Sydney, 24 de octubre. La primera orden para matar emitida por las autoridades de las costas australianas de Perth contra un tiburón fue difundida hoy ya que un gran escualo blanco se convirtió en pesadilla de residentes y visitantes de la isla turística de Rottnest, tras sumar tres ataques mortales en menos de dos meses.
Según consigna la agencia Ansa, de inmediato se desencadenó una imponente cacería en busca del animal, de tres metros de largo, que el sábado pasado desmembró a un turista norteamericano que practicaba buceo, en el tercer ataque letal en la zona desde septiembre.
George Wainright, de 32 años, se había lanzado desde una embarcación en las cercanías de la isla de Rottnest, junto a las costas de Perth.
Dos amigos que quedaron a bordo vieron burbujas en el agua, y poco después observaron cómo subía a la superficie el cuerpo destrozado del nadador.
El cadáver fue subido de inmediato a la embarcación, pero el tiburón blanco siguió rondando amenazadoramente alrededor antes de alejarse definitivamente.
Hace dos semanas, un buceador australiano de 64 años fue muerto también, probablemente por un tiburón blanco.
Sólo sus pertenencias fueron recuperadas con señales de mordeduras.
Y a principios de septiembre un joven de 21 años fue muerto mientras practicaba "bodyboard", el arte de cabalgar sobre las olas tendido sobre una tabla de surf.
También su cuerpo tenía huellas de los dientes de un tiburón blanco.
Sin embargo los científicos dieron como probable que se haya tratado de tres animales distintos en cada caso.
Pero tras la tragedia del sábado, el ministro de Pesca Norman Moore ordenó que el "tiburón asesino" sea capturado y muerto para derrotar una amenaza a la seguridad pública.
Las autoridades marítimas tendieron redes con carnadas en la zona del último ataque, pero finalmente fueron removidas después de 24 horas para evitar que atrajeran a otros tipos de tiburón.
Mientras tanto la caza continúa, con pesqueros equipados para la búsqueda y captura de tiburones.
Hasta el premier de Australia occidental, Colin Barnett, recomendó intensificar la vigilancia aérea y aumentar el número de tiburones que los pescadores tienen permiso para pescar.
